El Movimiento Obrero de Argentina ha sido, a lo largo de su historia, un elemento central a la hora de pensar las transformaciones sociales. Hemos sido los trabajadores los que asumimos el desafío de organizarnos, de construir nuestras herramientas de lucha y de, gracias a la convicción y la insistencia, doblegar a los poderosos y conquistar nuestros derechos.
La tarea que la historia nos otorgó, implicó asumir los desafíos de cada momento, de cada etapa, y entender que hasta que las injusticias no se dejen de cometer contra los pueblos de todo el mundo, nuestra lucha no habrá de cesar.
En la actualidad, en el contexto de la crisis mundial del capitalismo, los trabajadores hemos retrocedió en el campo de los derechos que ganamos con la vida de tantas compañeras y compañeros. Ese retroceso se manifiesta de diversas maneras. Por ejemplo, con los bajísimos niveles de representación y sindicalización que a nivel mundial no ascienden a más de 7%. Otra demostración de ese retroceso, son los 130 millones de latinoamericanos que están tercerizados, subcontratados, con trabajos informales, desocupados o subocupados. El sostenimiento de las políticas que posibilitan esta situación no son una consecuencia sino la razón que posibilita el “ejército de reserva” que el sistema capitalista utiliza para disciplinar al conjunto de los trabajadores.
Además, las políticas de flexibilización laboral que habilitan las tercerizaciones, la informalidad y la mayor explotación, no son un problema jurídico ni económico. El ejemplo más claro es Argentina, que tuvo una etapa de crecimiento a tasas chinas y los niveles de pobreza e informalidad siguen siendo altos. El problema es ESTRUCTURAL y por lo tanto es un problema político que se relaciona con la injusta apropiación de los medios de producción y de los bienes naturales y la desigual distribución de la riqueza.
La situación económica de nuestro país nos impone la necesidad de pensar estrategias de lucha contra medidas económicas ortodoxas de un Gobierno que ha decidido que seamos los trabajadores quienes paguemos la crisis.
Una de esas estrategias fue la decisión de convocar al Paro General del pasado 10 de abril en UNIDAD EN ACCIÓN con otras centrales obreras. Unidad que no ha significado más que la decisión de buscar las reivindicaciones comunes con otros sectores de trabajadores para frenar el ajuste. El Paro General del 10 de abril demostró la comprensión y la necesidad de la gran mayoría del pueblo argentino de confrontar con las políticas del gobierno. El gran éxito del paro fue la gran comprensión de los trabajadores y trabajadoras de que hay que salir a pelear por nuestras necesidades.
Unidad que se ha manifestado en la construcción de un Nuevo Modelo Sindical, el de la CTA, que no sólo nuclea a los trabajadores convencionalizados, sino también a los desocupados y subocupados, los precarizados, los tercerizados y los jubilados. Contemplando, así, la complejidad del campo popular y la necesidad de desarrollar una herramienta con perspectiva de transformación. Un modelo sindical que tomó como desafío recuperar las mejores páginas de la historia del Movimiento Obrero de nuestro país, ese que encarnó Agustín Tosco y todo el sindicalismo de liberación.
Porque, en definitiva, ése es el gran desafío: la transformación de la Argentina y de todo el continente nuestroamericano. Y para eso, debemos tener en claro que necesitamos un Movimiento Obrero unido, porque las divisiones sólo son beneficiosas para el poder. Que es imprescindible la recuperación de la soberanía sobre nuestros recursos estratégicos. Por eso es inaceptable la decisión del Gobierno Nacional de pagar a Repsol por lo que es nuestro; y que necesitamos un Movimiento Político, Cultural y Social por la Liberación, tal cual lo definiera la CTA en el año 2002. O sea, una herramienta que sea faro para todo el campo popular y lo posicione en la real posibilidad de conducir este país con dignidad y entrega con el pueblo.
Hoy, compañeras y compañeros, estamos parados frente a una política de ajuste que se carga sobre nuestras espaldas. Una política que, además, se manifiesta en la represión de la protesta social y en la judicialización de trabajadores, como pasó con la condena a cadena perpetua de los petroleros de Las Heras, con quienes nos solidarizamos profundamente. Y ante esas políticas, nosotros tenemos que responder con las nuestras: eliminación del impuesto a las ganancias, basta de precarización laboral, no al techo de las paritarias, asignación universal para todos los hijos de trabajadores, suba de los subsidios de los planes sociales, 82% móvil para nuestros jubilados, un salario mínimo de $ 9.000, derogación de la Ley Antiterrorista, y trabajo digno para todos.
Que este Día Internacional de los Trabajadores, compañeros y compañeras, nos encuentre en la reflexión con nuestros pares; en la búsqueda de nuevos desafíos y en la firme convicción de que es posible otro país para todo nuestro pueblo, y otro mundo para toda la Humanidad.
Sindicato Luz y Fuerza de Mar del Plata
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