El pasado lunes 9 de marzo nos sorprendimos con el comunicado del Presidente de Estados Unidos, Barack Obama quien emitió una nueva orden presidencial al declarar “una emergencia nacional con respecto a la amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y política exterior de Estados Unidos planteada por la situación en Venezuela”.
Entre las medidas aplicadas con esta orden está el congelamiento de activos venezolanos en EE.UU. y la prohibición de entrar al país para distintos funcionarios del gobierno de Nicolás Maduro. El comunicado agrega que “la Casa Blanca está profundamente preocupada por esfuerzos del gobierno venezolano para aumentar la intimidación sobre adversarios políticos” y exige la liberación de los políticos presos.
Si bien fue sorpresivo, no nos llama la atención este nuevo intento del imperialismo norteamericano de interferir en la soberanía de un país, sobre todo teniendo en cuenta los continuos intentos desestabilizadores a la democracia de Venezuela desde 1999 a la actualidad, durante los gobiernos democráticos de Hugo Chávez o de Nicolás Maduro.
Pero esta vez parece que Obama, en representación de los poderes militares, las agencias de inteligencia y la industria militar de su país, va por todo: la democracia, la soberanía y el petróleo venezolano. Como declaró el politólogo Atilio Borón: “Cuando un ´estado canalla´ como Estados Unidos, que lo es por su sistemática violación de la legalidad internacional, profiere una amenaza como la que estamos comentando hay que tomarla muy en serio. Especialmente si se recuerda la vigencia de una vieja tradición política norteamericana consistente en realizar autoatentados que sirvan de pretexto para justificar su inmediata respuesta bélica (…) nadie podría sorprenderse si en las próximas horas o días Obama autoriza una operación secreta de la CIA o de algunos de los servicios de inteligencia o las propias fuerzas armadas en contra de algún objetivo sensible de Estados Unidos en Venezuela. Por ejemplo, la embajada en Caracas. O alguna otra operación truculenta contra civiles inocentes y desconocidos en Venezuela para crear el pánico y justificar la respuesta del imperio llamada a “restaurar” la vigencia de los derechos humanos, la democracia y las libertades públicas”.
Esta reciente intromisión del imperialismo merece la inmediata y más férrea oposición de la comunidad internacional, especialmente de los países latinoamericanos. La CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas), ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América) y la OEA (Organización de Estados Americanos) han manifestado a través de algunos mandatarios su repudio al comunicado norteamericano. Paralelamente se está organizando para la semana próxima una Cumbre de Jefes de Estado de la UNASUR. “Daremos la respuesta correspondiente a esta grotesca, ilegal, descarada, inaudita e injustificada injerencia de Estados Unidos en asuntos internos de Venezuela” anticipó Rafael Correa, presidente de Ecuador que tiene la presidencia pro témpore de la CELAC.
Y no sólo los gobiernos deben manifestarse, sino también las organizaciones populares, sindicales y políticas debemos posicionarnos en favor de la autodeterminación, la soberanía y la libertad de nuestras sociedades. Creemos que defender a la República Bolivariana de Venezuela es defender a nuestros pueblos latinoamericanos. Porque un respaldo mayoritario de la región pondrá freno a las intenciones estadounidenses de profundizar su agresión sobre la Revolución Bolivariana.
José Rigane – Secretario General del Sindicato de Luz y Fuerza de Mar del Plata
Secretario General de FETERA – Secretario Adjunto de CTA Autónoma.