Por José Rigane.
Hace 40 años, 4 de noviembre de 1975, moría Agustín Tosco, cuando se presagiaba la nueva situación que consolidaría la Dictadura genocida desde marzo de 1976.
Las 3 A presagiaban lo que se venía: el terrorismo de Estado. Los principales amenazados eran los trabajadores, especialmente los organizados y que levantaban las banderas del clasismo y el nuevo modelo del sindicalismo de liberación.
Estas 4 décadas, de 1975 a 2015, son años de la ofensiva del capital contra los trabajadores, con flexibilización, precariedad, tercerización, caída del salario y empeoramiento de las condiciones de empleo, subempleo y desempleo.
Son años contra la Naturaleza y el saqueo de los bienes comunes, con el proceso de extensión de la frontera agrícola para la exportación (sojización), la mega-minería a cielo abierto, y la explotación de hidrocarburos, ahora los no-convencionales vía fractura hidráulica.
Son años contra el conjunto de la sociedad; afectando la SOBERANÍA POPULAR.
La ofensiva capitalista transformó la estructura económica social, la propiedad de los medios de producción, con extranjerización y resignación de la SOBERANÍA.
También cambió el modelo productivo y de desarrollo, alentando el saqueo, dilapidando nuestra riqueza y consolidando el consumismo.
El consumismo viene acompañado de un mayor endeudamiento del Estado y de las familias, especialmente de nuestros trabajadores, inducidos a comprar y gastar en un mercado dominado por monopolios.
Se acerca la fecha del balotage del 22 de noviembre para optar entre Scioli y Macri (71% entre ambos en las elecciones presidenciales del 25 de octubre). Son las caras de la misma moneda: la continuidad de un modelo de ganancias para las transnacionales y los grupos concentrados y, al mismo tiempo, de ajuste, exclusión, pobreza y menor capacidad de consumo para las capas medias y populares en la Argentina.
También hay continuidad en el modelo extractivo y energético. Daniel Scioli (FPV) recibió hace poco el apoyo de los 10 gobernadores de las provincias petroleras del país para las elecciones de octubre y, a su vez, el candidato por el oficialismo les garantizó mantener la política kirchnerista en materia petrolera, haciendo énfasis en sostener los subsidios que fija el precio interno del barril de crudo (alrededor de u$s 77, cuando el precio internacional está en los u$s 45) y mantener el desarrollo del fracking, entre otros puntos del acuerdo. En ese mismo acto, realizaron un fuerte respaldo a la YPF de Miguel Galuccio, que es la empresa expropiada en un 51% en 2012 pero gestionada bajo la lógica de mercado, como cualquier otra empresa privada. YPF es una Sociedad Anónima y con convenios secretos con la Chevron.
Gane quien gane el 22/11, la etapa que viene será un desafío para el movimiento obrero ya que el futuro escenario no parece nada alentador para los trabajadores y el pueblo argentino. Otro ejemplo que va en este sentido tiene que ver con la discusión que estamos dando en pleno siglo XXI para defender el derecho a huelga. Hace poco días la Corte Suprema de Justicia de la Nación realizo una audiencia para escuchar a las partes interesadas en el Derecho a Huelga, donde participó la CTA Autónoma.
Sí, todavía hoy es necesario reivindicar esa herramienta (ese derecho fundamental) que ha permitido incontables mejoras y conquistas para los trabajadores y la sociedad en su conjunto.
En la actualidad los trabajadores nos enfrentamos a importantes desafíos, tanto en el plano mundial como en el local. En la OIT se desarrolla una ofensiva coordinada por el llamado “Grupo de Empleadores”, que buscan eliminar todo vestigio del derecho a huelga de las normas internacionales del trabajo.
En nuestro país esta ofensiva implicará no sólo intentos de avanzar con una mayor precarización laboral, sino también el surgimiento de discursos que plantean que no debemos profundizar nuestros reclamos ya que ello podría poner en riesgo el funcionamiento del modelo económico actual (para nosotros modelo extractivista y depredador). En otras palabras, quieren que nos quedemos conformes con la actual situación, quieren que no reclamemos nada.
En diciembre nos visita en la Argentina el titular de la OIT, invitado por la UIA, quienes pretenden potenciar la ofensiva contra el Derecho de Huelga.
En este contexto defender el derecho de huelga es determinante, porque es un instrumento imprescindible para llevar adelante las iniciativas y luchas de las clases populares contra un sistema que excluye, empobrece y precariza a las grandes mayorías.
Por tal motivo, resultan fundamentales los debates en la propia CTA Autónoma, buscando la necesaria y fundamental opinión y decisión colectiva, que es muy importante en la hora actual. Debemos reforzar la autonomía y desarrollar más organización para enfrentar lo que viene.
Para el movimiento obrero, creemos que el gran desafío es poder resolver los temas que durante todo este tiempo no se han podido resolver porque ha habido una negativa por parte del gobierno actual, que ha tenido una mirada y una actuación que se basó en convocar sólo a los amigos y a los que piensan igual al gobierno. Imaginemos la situación luego del 22/11, gane quien gane, y con los guiños que se están haciendo al poder mundial en materia de favorecer inversiones externas y seguir la política pagar deuda para recibir más préstamos externos.
La defensa del salario, la libertad y democracia sindical, la precarización laboral, las condiciones de trabajo, la defensa del convenio colectivo y de los puestos de trabajo, la eliminación del impuesto al trabajo (mal llamado “ganancias”), la defensa del derecho a huelga, son algunos de los puntos centrales de los trabajadores para la nueva etapa que se viene en el país.
Por tal motivo, el ejercicio de la Unidad de Acción que hemos desarrollados desde la CTA Autónoma (no sin discusiones, ni críticas) requiere de mayor profundización en el debate y en la calle. En todo este tiempo hemos desarrollado un programa de reivindicaciones-demandas, inclusive con paros generales muy fuertes, que no tuvo ni mesa de diálogo ni respuesta del gobierno nacional. El escenario futuro no será distinto, salvo que los trabajadores organizados ganemos la calle, en momentos en que puede ampliarse el espacio de la unidad de acción.
La CTA Autónoma vive la complejidad que vive el país y que también transitan las organizaciones sociales, territoriales y del movimiento obrero, porque este proceso no deja de ser una disputa para avanzar hacia una democracia participativa, recuperando la soberanía popular para ponerle fin a un modelo económico que sólo beneficia a las multinacionales. Hoy en nuestro país, de las 500 grandes empresas 315 son extranjeras (6 de cada 10).
Nosotros tenemos que actuar para reforzar la autonomía bien entendida. Esto no significa que cada uno de nosotros no tengamos una opinión o no podamos apoyar alguna opción del balotage o el voto blanco o nulo; lo mismo que apoyar a un dirigente u otro más allá del escenario electoral.
Pero algo muy distinto es que institucionalmente una organización apoye a una candidatura, porque eso sí es pérdida de autonomía. Nosotros creemos en la autonomía en serio. Creemos en la autonomía de la CTA de los partidos políticos, del gobierno y de la patronal.
Para eso debemos pensar y actuar sabiendo que lo estratégico sigue siendo la construcción de la CTA Autónoma, instrumento insustituible a la hora de llevar adelante cualquier iniciativa que tenga como objetivo la liberación del país.
Agustín Tosco nos legó el mensaje de construir un sindicalismo de liberación. Ese es nuestro homenaje, esforzarnos por contribuir a construir la herramienta de masas del movimiento obrero en las condiciones actuales.
Por ello nos definimos en la CTA Autónoma, como clasistas, anticapitalistas y antiimperialistas. A eso le sumamos nuestra lucha contra el patriarcado, el racismo y la discriminación.
Con Tosco y en su memoria estamos desafiados a trabajar en defensa de la SOBERANÍA POPULAR y por la liberación nacional y social.