Fuente: Motor Económico.
Por José Rigane*
Una de las novedades ocurridas mientras se desarrollaba la estrepitosa participación de la Argentina en el mundial fue el cambio en el Ministerio de Energía, donde salió Juan José Aranguren, ex CEO de Shell e impulsor desde el Estado del libre mercado y del tarifazo, e ingresó Javier Iguacel, ingeniero en petróleo con una extensa trayectoria en la conducción de petroleras privadas. Un cambio de figuritas para no cambiar nada. En la jerga futbolística: sale un defensor y entra otro defensor.
Javier Iguacel fue secretario de Vialidad Nacional de la Nación e impulsó el negocio de las empresas en la obra pública con las licitaciones de Participación Público Privada (PPP). Además, pasó por algunas de las empresas petroleras más poderosas de la producción de hidrocarburos del país como son Pluspetrol y Pecom, del poderoso grupo Pérez Companc. También tuvo un paso fugaz en YPF entre 1997 y 1999.
Primera conclusión: No hay giro. Algunos analistas o periodistas-operadores anunciaron el inicio de una etapa de moderación en la suba de tarifas para evitar el impacto en la inflación. Estos voceros de la estafa del tarifazo mintieron. No hay que confundirse ni marearse: Con el nuevo ministro de Energía Javier Iguacel hay continuidad del modelo energético.
Lo cierto y lo concreto es que el libre mercado (o el neoliberalismo en la energía) se profundiza y se garantiza como política desde Estado.
En sus primeras declaraciones como ministro, Iguacel da cuenta que no estamos frente a un nuevo tiempo, es el viejo tiempo con una nueva cara: se profundiza el modelo energético de privatización y extranjerización.
Desde el Ministerio de Energía que conduce Iguacel ya dijeron que el tarifazo en la electricidad para septiembre y en el gas para octubre, tal cual dejó el terreno preparado Aranguren, se va a cumplir. Resta saber qué porcentaje de aumento, aunque hay versiones periodísticas que indican que sería de alrededor del 30 por ciento en ambos casos.
Como si faltara comprobación, a pocos días de la nueva gestión de Iguacel, las petroleras aumentaron los combustibles y el litro pasó a valer alrededor de 30 pesos en Capital Federal y más en las distintas provincias. Primero comenzó YPF (aunque 51 por ciento en manos del Estado, es una Sociedad Anónima que protege sólo los intereses de sus accionistas privados, no los intereses nacionales) que alcanzó casi 20 por ciento de incrementos en los precios en lo que va del año. Luego siguió la anglo-holandesa Shell con incrementos de entre 9 por ciento y 11 por ciento.
La “libre flotación” en el precio de un “mercado de combustibles libre” es directamente una estafa porque en realidad lo que ocurre es que el precio de los combustibles lo deciden 3 o 4 compañías que conducen a Iguacel o a cualquiera que Macri ponga en el Ministerio de Energía.
¿Cómo fue la gestión Aranguren?
Hay que recordar que las medidas que puso en marcha Aranguren desde diciembre de 2015, cuando asumió el actual gobierno de Macri, consistieron en disminuir los subsidios a la electricidad y el gas, dolarizar las tarifas, liberar el mercado de combustibles y fijar un camino de aumentos en el gas con un precio que va de US$ 4,5 a US$ 7,5 el millón de BTU. Estas medidas se sumaron a una aceleración de la devaluación en los últimos meses (un 60% desde fines de 2017) que no solo golpeó la imagen gubernamental sino que fue un mazazo a la calidad de vida de los sectores populares y el movimiento obrero. En 2018, el gobierno vetó una ley que retrotraía las tarifas al valor de 2017. El veto presidencial de Macri que permitió continuar con el tarifazo.
Aranguren se fue del ministerio y dejó bastante tela para cortar. La quita de las retenciones a las mineras; la desactivación del plan nuclear que Argentina y China habían firmado; el tarifazo en el gas y la electricidad comprometidos con las empresas para los próximos años; la desregulación del precio de los combustibles para que Shell, Axion (PAE) y la falsa petrolera estatal YPF ganen millones; el negocio millonario para Shell en la compra de gas licuado vía Chile; subsidios estatales en dólares para las empresas que produzcan gas, que con la devaluación desatada que hay en el país implica un negocio redondo para las petroleras que le costará enormes cantidades de dólares al Estado; y la lista de medidas impopulares continúa.
¿Cómo impacta el dólar y la inflación en la política energética?
El aumento del dólar (y la enorme pérdida de valor del peso argentino) impacta en las tarifas eléctricas y del gas en el precio mayorista. Ese costo del precio mayorista es el que más incide en la factura final. Por ejemplo, en las compañías eléctricas, dependiendo de la empresa y de cada localidad, el promedio de impacto de ese valor es entre el 35 por ciento y 40 por ciento.
La otra variable relevante que impacta en las tarifas es la inflación, que pega también de lleno en las facturas finales ya que tienen cláusulas de actualización según el Índice de Precios al Consumidor (IPC), es decir; la inflación.
¿Y el acuerdo con el FMI qué rol cumple en este modelo energético?
El acuerdo por 50.000 millones de dólares con el FMI lo que propone es reafirmar esta política energética. La obsesión de aumentar las ganancias empresarias y disminuir el déficit fiscal es compartida tanto por el FMI como por el gobierno de Mauricio Macri. En este acuerdo, el gobierno se compromete a aumentar la proporción del costo de producción, cubierto por el precio pagado por los consumidores. En el caso del gas, este aumento va desde el 80 por ciento en el año 2017 al 90 por ciento en 2020 en promedio. Para la electricidad, el incremento va del 60 por ciento al 90 por ciento en promedio (Boletín Ejes Nro 19, Enlace por la Justicia Energética y Socioambiental).
El gobierno nacional prepara el acelerador para implementar una nueva fase del ajuste económico con el objetivo de acomodar el rojo fiscal y achicar el déficit comercial, una política pedida por el propio FMI como condición para el préstamo leonino de 50.000 millones de dólares que el pueblo argentino sufrirá en breve (como se ve en la política de ajuste terrible contra los jubilados para hacer caja de los aportes previsionales) y que las próximas generaciones tendrán que pagar.
El cambio de Aranguren por Iguacel es tan solo un cambio de figurita para que otro continúe implementando las mismas políticas en beneficio de las petroleras. Tal cual el ministro saliente, ex CEO de Shell, el ministro entrante, ex vicepresidente de Pluspetrol va a continuar beneficiando al sector privado, va a seguir aumentando las ganancias de las empresas privatizadas y va a regular el sector energético para asegurarles los millones y millones de dólares que estas compañías ganarán con Aranguren o con Iguacel o con quién Macri ponga al frente de la cartera energética.
*Secretario Adjunto de la CTA Autónoma
Secretario General de la FeTERA y del Sindicato de Luz y Fuerza de Mar del Plata