Dicho trabajo puso sobre el tapete la inminente crisis energética; un tema particularmente candente, que hasta ese momento casi no había sido tratado en la profundidad que requiere su crucial importancia para el futuro inmediato y mediato de nuestro país.
Lamentablemente, la realidad con su inapelable dureza y certeza. Ya se está operando virtualmente al límite en el Sistema Interconectado Nacional, habiéndose verificado las primeras señales concretas de estar prácticamente “al borde de la cornisa”, y más aún, “sobre suelo poco firme”, desbarrancándonos hacia el abismo de una nueva y descomunal crisis eléctrica en el corto plazo, mientras que en el mediano plazo, marchamos a paso firme a una crisis energética global, hacia la cual nos conducen varios factores concurrentes. Varias señales indican que la crisis eléctrica es un hecho.
La crisis eléctrica ya está instalada, si bien sus efectos muy posiblemente comenzarán a sentirse con toda su crudeza en este verano, o a lo sumo en el próximo, dependiendo su reducidísima postergación (un año es un tiempo exiguo para el Sector Energético), del pico que alcanzará la demanda este verano, de los ahorros de electricidad que puedan implementarse, y de la inexistencia de algún problema serio en cualquiera de los grandes equipos de generación, como ser reparaciones no programadas de equipos termoeléctricos, disminución de caudales turbinables en las cuentas del Río Negro y Del Plata, o alguna salida de servicio no programada de cualquiera de las dos centrales atómicas en funcionamiento.
Lógicamente la peor de la alternativas sería la “solución” de los economistas ortodoxos (neoliberales) de “enfriar la economía” (léase provocar un “parate” general) que frene bruscamente el saludable crecimiento que estamos teniendo desde que salimos del colapso económico social del 2001-2002; tal cual ya están “aconsejando” como la falsa “única alternativa viable” para frenar la incipiente inflación.
Si bien el estado de crisis eléctrica es responsabilidad principal de la inacción en la materia en los últimos años de la administración Menem; de la absoluta anomia de la administración De La Rúa; y del caos heredado por la administración Duhalde, en el cual este tema no estuvo dentro de las prioridades mayores; resulta preocupante que los hechos están indicando que el actual gobierno no parece haber tomado conciencia de la profundidad extrema de la debacle eléctrica en la cual estamos ingresando.
Faltará Potencia Instalada, existiendo además serias carencias en el Sistema de Transmisión de alta y media tensión.
Las obras anunciadas son dos mega centrales termoeléctricas de 800 MW cada una; la terminación de Yacyretá (que agregará 700 MW más); la terminación de Atucha 2, con otros 750 MW; así como la decisión de construir Garabí y Corpus Christi, obras que sumarán 1.800 MW y 2.800 MW respectivamente. En números redondos, ese conjunto de obras significarán aproximadamente 7.650 MW; pero no puede omitirse que sus entradas en servicio demandarán entre uno a doce años.
Mientras tanto, la demanda seguirá creciendo a ritmo vertiginoso y en forma exponencial. En tan solo una década puede preverse (si se _evalúa el comportamiento de las variables eléctricas desde 1930) que como mínimo las necesidades se duplicarán. Eso significa la necesidad de contar con un mínimo de 20.000 a 25.000 MW adicionales para el 2015. Y si la economía sigue creciendo aceleradamente -lo cual sería la mejor opción para salir del estancamiento, la desocupación y el subdesarrollo-; puede preverse con toda lógica que la demanda eléctrica superará con creces esos ya enormes guarismos.
Tampoco puede omitirse el gravísimo cuadro de situación ante el agotamiento de las reservas firmes de petróleo y gas, a consecuencia de las negativas políticas de extranjerizaciones de esos sectores estratégicos.
Para eso es urgente encarar un formidable plan de construcciones de centrales hidroeléctricas y atómicas, además de las soluciones marginales que puede brindar la generación eólica -sobre todo en mercados no interconectados-; así como la utilización en grandes escalas de los biocombustibles, sin omitir el desarrollo a escala industrial de la producción de hidrógeno, a partir de molinos eólicos y centrales modulares CArEM desarrolladas por la CNEA, similares a la que pretende comprarnos Venezuela.
Cerrar los ojos y el entendimiento al cuadro energético descrito, nos conducirá irremisiblemente a un caos de magnitudes insospechadas, toda vez que la carencia de energía provocará un crack económico de gigantescas proporciones, con su tremendo correlato de crisis social y de ingobernabilidad política.
[Ver Los cortes de luz y la crisis energética->http://www.info-moreno.com.ar/notas/electricidad/cortes_luz.htm]