En esos años, la privatización del Régimen Previsional y la reducción de las contribuciones patronales destruyeron el sistema previsional nacional.
Lo hicieron desde el engaño, la confusión y la connivencia política. Billetera mata galán. Recordemos que prácticamente más de la mitad del padrón de las AFJP se construyó con los indecisos. No indecisos por despreocupados, sino por desinformados. Pero, por sobre todas las cosas, la privatización dejo a la deriva a cientos de miles de argentinos, sin posibilidad de jubilación, mientras que -para las entidades financieras administradoras de dinero de los trabajadores- el proceso significaba una fuente de ganancias extraordinarias.
Es indudable que con el reciente anuncio del gobierno tocó al núcleo duro de poder constituido en los noventa -los bancos dueños de AFJP-, pero la sensación que prima es de insuficiencia ante una problemática que debe solucionarse radicalmente, por las consecuencias que arrojó y que se viven.
La presentación oficial avanza desde la indefinición. La convivencia de los dos procesos, el privado y el de reparto, llena de ruidos las certezas. Como aseguró el periodista y economista Alfredo Zaiat “las nuevas reglas de funcionamiento del sistema jubilatorio emprolijan el engendro diseñado hace casi trece años con aval y financiamiento del Banco Mundial. No lo cambia”.
¿Por dónde pasan los interrogantes? Por varios lugares. ¿Las AFJP perderán sus ganancias extraordinarias? Los anuncios parecen indicar que no. Se le limitarán utilidades con la disminución de la comisión y el replanteo del seguro de vida e invalidez, aunque sus ingresos seguirán siendo importantes.
¿El Estado dotará de financiamiento al nuevo régimen, para pagar jubilaciones razonables? Según el diputado y dirigente de la CTA, Claudio Lozano, “el 40% de los mayores de 75 años no cobran haber previsional alguno. De los que están en el Sistema Público, el 70% cobran la mínima y sólo tienen jubilaciones más razonables los que han logrado tener bien en blanco altos ingresos y captaron dentro de las certificadoras”.
¿Impulsará el gobierno una campaña de difusión efectiva para recordarnos por qué el Sistema de Reparto es el sistema a elegir, animándose a reducir el papel de las AFJP a los sectores de altos ingresos?
¿Se pondrá en discusión, en algún momento, el negocio fácil -a costa de los trabajadores- que llevaron adelante las AFJP?
Si la decisión es pasarnos al Sistema de Reparto, ¿por qué no se nos permite decidir que la plata que controlan las AFJP, pasen al reparto?
Como asegura Zaiat “la cuestión clave se encuentra en cuál debe ser el objeto de un sistema previsional. Tiene que ver con su concepción: si está en función de una lógica individual, financiera y especulativa, o si constituye un pacto de solidaridad intergeneracional, con el Estado como regulador de esa cohesión social”.
Para eso el gobierno debe tomar una decisión política ante un panorama que es preocupante.
Según Lozano, la propuesta del gobierno queda a mitad de camino, y no se sabe para dónde se avanzará.
“Es necesario avanzar, constituir tres entidades”, aseguró el dirigente de la Central de los Trabajadores Argentinos, “una es la jubilación universal, financiada con rentas generales, que garantice a todo aquél que no tiene los años de aportes para retirarse. Los sistemas contributivos financiados por aportes y contribuciones patronales que toda ley tiene en el Sistema Público Previsional, creo que ahí uno podría poner el aporte relativo al ingreso por el cual aportó. Y contar con un sistema confederativo y con el aporte adicional de aquél que tiene el dinero para hacerlo y que pueda gestionarlo con administradoras privadas. Esos tres pilares son los que deberíamos tender a organizar y los aportes y contribuciones deberían ser con financiaciones al Sistema Público, y las privadas deberían obtener los recursos, de aquéllos que tienen los recursos para hacerlo y quieren depositarlos”.
Habrá que esperar qué dice el proyecto de ley que reformaría al actual Sistema Previsional Argentino y que entrará en el Congreso en los próximos días. Cómo comienzan a resolverse los interrogantes y qué finalmente se aprueba. Más interrogantes, necesarios para no ahogarse en el entusiasmo, ni terminar consolidando un sistema que hipotecó el futuro de cientos de miles de argentinos y benefició sin parangón a unos pocos bancos.