Por José Rigane*
Hace bastante tiempo que venimos diciendo que Argentina atraviesa una crisis estructural en el sector energético. Como suele suceder, algunos interpretan que es por falta de “ajustes tarifarios” y de inversión, otros preferimos pensar que la crisis energética es estructural porque se insiste en tomar a la energía como una mercancía, donde el crecimiento de la tasa de ganancia de los empresarios (en un sector altamente concentrado en muy pocas manos) siempre van a ir a contramano de los intereses de un desarrollo nacional que beneficie a los consumidores y el pueblo.
En esa tensión entre ambos intereses, el Gobierno está reconociendo la crisis. Miguel Galuccio, quien está al frente de YPF, lo expresó bien claro cuando dijo: «el déficit energético es serio». Es decir, la crisis energética es estructural y profunda, producto del proceso de privatización y extranjerización.
Esto lo demuestra el aumento de las importaciones de combustibles. Estos últimos días el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) dio a conocer un informe donde se explica que en un año se duplicaron las compras al exterior en combustibles y lubricantes. Es decir, Argentina pasó de importar energía por U$D 761 millones a U$S 1.548 millones en un año, lo que significa un aumento de 103% más.
Este aumento en la compra de energía en el exterior suma en lo que va del año unos U$S 9.029 millones y podría llegar a U$S 12.000 millones cuando se complete el 2013, si la tendencia al crecimiento de las importaciones es similar a los últimos 3 años. Nada indica que vaya a modificarse dicha situación. Esto produce que la balanza energética esté en negativo desde mediados de 2010. En este sentido, se conoció que el déficit energético entre enero y agosto de este año es de U$S 5.410 millones.
Las importaciones de combustibles y energía (siendo el gas el más importante), tuvieron un marcado aumento en estos últimos años. En los primeros ocho meses de 2013 los productos energéticos importados que sobresalieron fueron: gas oil, gas natural licuado, gas natural en estado gaseoso y fuel oil.
Esta situación energética está determinada por las políticas concretas que se llevan adelante. Las decisiones sobre qué rumbo seguir en cuestiones estratégicas no son menores. En este sentido, el Gobierno nacional, con las políticas concretas que viene impulsando, no está pensando en superar la crisis en la energía cambiando el modelo de manera estructural. Sino todo lo contrario. Aunque desde el ejecutivo nacional se avanzó sobre la bochornosa gestión de la española Repsol, se vuelve a elegir el mismo camino pero con otro nombre; Chevron. Pero esta petrolera no viene sola, ya que va a explotar los hidrocarburos no convencionales mediante la técnica del fracking, fuertemente cuestionada y denunciada en todo el mundo. Creemos que esta técnica es una fuerte amenaza para el Medio Ambiente y el conjunto de la población.
En definitiva, el rumbo que el Gobierno eligió en esta década en materia energética es el de profundizar la lógica de los años 90 que tiene a la extranjerización y privatización como sus pilares principales.
El tema es que el ejecutivo no está pensando el problema energético, la crisis energética, desde una perspectiva de autoabastecimiento nacional que apunte a un camino hacia la soberanía energética mediante una planificación responsable sobre la energía que necesitamos y con una reflexión sobre para qué la necesitamos. Por el contrario, se está profundizando en una lógica (con una YPF bajo figura de Sociedad Anónima y no Sociedad del Estado) que pone siempre por delante las ganancias de las petroleras privadas por sobre las necesidades comunes del país y el pueblo.
El camino de las empresas privatizadas, las ganancias millonarias enviadas al exterior, el saqueo de los hidrocarburos y la profundización de la crisis energética ya lo conocemos y precisamente no nos ha ido muy bien que digamos. Quizá llegó la hora de que como pueblo elijamos otro camino distinto.
26 de septiembre de 2013
* Secretario Adjunto de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA); Secretario General de la Federación de Trabajadores de la Energía de la República Argentina (FeTERA-CTA).
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