El derecho internacional de huelga se encuentra bajo un ataque sistemático por parte de los empleadores a nivel global. Este acoso es parte de una ofensiva de largo plazo, que se inició después de la disolución de la URSS y que se expresa a nivel internacional y nacional, pretendiendo limitar o prohibir el ejercicio del derecho fundamental e inalienable a huelga que permite al pueblo trabajador luchar más eficazmente contra el poder económico que lo explota, expresando su descontento y logrando alzar su voz para defender sus derechos o alcanzar nuevas conquistas. La huelga es la herramienta que históricamente ha sido la medida más exitosa para enfrentar la explotación capitalista.
Al nivel internacional y en el marco de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) los empleadores tienen un doble objetivo: por un lado, debilitar los mecanismos de control de la OIT; por el otro, eliminar todo vestigio de control del derecho de huelga en el ámbito de la OIT, y permitir que este derecho pueda ser limitado y hasta prohibido, sin restricción alguna, por el derecho interno de cada Estado.
Por cierto que los empleadores no sólo están pensando en la conferencia de este año, o en la del 2017. Su mirada va mucho más allá, y se proyecta en una redefinición estratégica de la intervención de la OIT como ámbito para la tutela de los derechos de los trabajadores. En el caso de la huelga, los empleadores buscarán, en primer lugar, eliminar todo vestigio de este derecho de las discusiones de la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Al mismo tiempo, buscarán que tanto la Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones (CEACR) y el Comité de Libertad Sindical (CLS) comiencen a limitar su intervención frente a situaciones donde estén en discusión los alcances y restricciones a este derecho. Los argumentos que utilizarán para justificar su posición se remitirán a los debates de la CAN, en los que, a partir del acuerdo de febrero de 2015 cada vez se encontrarán menos referencias a este derecho.
La falta de una reacción firme y perseverante por parte del Grupo de Trabajadores frente a esta ofensiva de los empleadores, no solo conduce a un debilitamiento del derecho de huelga en el ámbito internacional, sino que también podrá provocar en el mediano y largo plazo una aceleración del vaciamiento de los contenidos e influencia de los mecanismos de control de la OIT, y por consecuencia posibilitará la paulatina desvinculación de los convenios de la OIT de las normas nacionales que regulan las relaciones de trabajo.
Esto lleva a posiciones dilatorias impulsadas por algunas organizaciones del movimiento obrero, en la convicción que es mejor dilatar la discusión sobre el derecho a huelga que enfrentar y confrontar con el poder económico que pretende intervenir a su favor en las decisiones de la OIT. Limitarnos a meras respuestas defensivas, aceptando pequeñas pero persistentes conquistas de los empleadores, constituye una estrategia errónea, que no hará más que consolidar, en el largo plazo, los triunfos materiales y simbólicos de los empleadores. Está en nosotros modificar los ejes del debate, y retomar una estrategia ofensiva que necesariamente deberá tener en la defensa del derecho de huelga uno de sus principales pilares.
En resumidas cuentas, no acordamos con el canje ante el chantaje. No acordamos que a cambio de tener en apariencia un funcionamiento de la CAN y de la Conferencia Internacional del Trabajo (CIT) se resignen derechos fundamentales y en especial, resignar el más importante de todos, el derecho a huelga, en cuanto que su ejercicio garantiza la vigencia de los derechos contenidos en los demás convenios internacionales.
Pablo Micheli José Rigane
Secretario General de la CTA-A Secretario Adjunto de la CTA-A
República Argentina, 25 de mayo de 2016