Por José Rigane*
Los recientes dichos de Aranguren, que, entre otras cosas, afirma que «la energía no es un derecho humano», son una muestra de cuál es el proyecto de país y gobierno que propone Macri.
El Ex Ministro de Energía, realizó brutales declaraciones, en un claro sentido neoliberal, señalando que como la energía es un bien escaso, hay que pagarla y no debe ser gratuita.
Lo que no dice es que en Argentina pagamos la energía por encima de los costos de producción.
Los tarifazos que van a las empresas, le garantizan renta extraordinaria, a lo que suman la exportación de lo extraído para obtener mayor ganancia.
Aranguren también busca confundir cuando aborda cuestiones como el ahorro energético y la eficiencia. Pide a los usuarios que ahorren, para beneficiar a las empresas, pero no controlan las mismas, ni tampoco sus inversiones.
En un modelo energético privado y extranjerizado, como tiene la Argentina, la energía es una mercancía de lujo donde las multinacionales exportan todo lo posible sin valor agregado.
El ahorro energético es necesario. Pero el problema de fondo no es un supuesto despilfarro de la energía por parte del pueblo, sino su apropiación por parte de las empresas privadas multinacionales que, a contramano de intereses nacionales y populares, imponen condiciones inaceptables, ocultamiento de costos, márgenes de ganancias abusivos y tarifas impagables, protegidas por un Gobierno cómplice que garantiza los beneficios de esa estafa.
El discurso de Aranguren hace una nueva mella en las promesas de Macri, ya que, sin garantizar el acceso a la energía es imposible tener un planteo de Pobreza Cero.
La energía como bien social es reconocida por la ONU. La energía es un derecho humano y un bien común. Pero eso a Aranguren no le importa, un ex CEO de Shell sólo entiende que siendo un bien escaso hay que pagarlo al margen de ganancia que las multinacionales desean. Los grupos multinacionales están acostumbrados a avasallar e imponer.
Aranguren es un cínico. Sabe del negocio y expresa que ninguna empresa privada actúa “para hacer beneficencia”. Lo que Aranguren quiere es que no se cambie el concepto de la energía como una mercancía rentable. Que las empresas sigan sosteniendo su rentabilidad a costa de derrumbar la calidad de vida y apropiarse de una riqueza que no les pertenece.
Se necesita un Estado comprometido con su pueblo, como ocurre en varias partes del mundo, que garantice el acceso a la energía. La energía no se puede sustituir y se trata de un elemento esencial para la vida en nuestras sociedades.
Pedir un mundo para pocos, al que sólo los que tienen dinero puedan acceder e impongan las condiciones, es una brutalidad.
Podemos pedir otro mundo, de equidad y respeto, para que todos puedan acceder a la energía, que cada ciudadano pueda acceder a un servicio público seguro, continuo y de calidad y que no todo sea un negocio, sin que eso implique dejar de evaluar los costos y la rentabilidad necesaria para el desarrollo de las empresas que brindan los servicios.
8 de febrero de 2018.
(*) Secretario Adjunto de la CTA Autónoma, Secretario General de la Federación de Trabajadores de la Energía (FeTERA) y del Sindicato de Luz y Fuerza de Mar del Plata.